Si reflexionamos sobre qué es el cariño, vamos a hacerlo desde el punto de vista de las personas. Si imaginamos una persona cariñosa pensamos normalmente en aquella que demuestra su amor de forma física, que da muchos besos y abrazos. ¿Pero acaso eso no puede resultar empalagoso si se da en exceso?
Es obvio que queremos a nuestros perros, y en consecuencia somos propensos a darles cariño. Sin embargo tendemos a centrar nuestro cariño en lo físico, colmando a nuestro amigo de caricias sin fin y sin motivo alguno más que nuestro ego, pero hemos de saber que desde su punto de vista los acercamientos físicos deberían ser puntuales y eventuales.
Hay que entender que, y esto lo podemos comprobar en una manada de lobos, el afecto físico se reduce a una recompensa por un trabajo bien hecho, ya sea conseguir alimento, expulsar a un intruso, o momentos de unión de la manada. Pero hay otros tipos de cariño sin ser directos ni físicos.
De nuevo volviendo a las personas, un padre cariñoso no es sólo aquel que abraza a su hijo muchas veces. Es un padre que le cuida, que hace actividades con su hijo, planea excursiones, que se preocupa por sus estudios y por sus necesidades, que cuida su alimentación, le lleva al médico cuando es necesario y que pasa tiempo de calidad con él.
Con los perros pasa algo similar. El proporcionarle alimento, cama, agua, un techo bajo el que vivir, el veterinario, e incluso el darle un trabajo o explorar juntos nuevos lugares son desde su punto de vista un cariño mucho más sano, digerible y valorado de lo que pueda ser una caricia sin sentido.
Además hay que comprender que al dejar de valorarlo comenzará a vernos como seguidores y no como el guía que él necesita (con sus correspondientes consecuencias). Por otro lado llegará un momento en que exija su dosis al igual que un adicto exige su dosis y pudiendo llegar a algunas dependencias insanas como es el síndrome por separación o a la inseguridad.
Con esto no quiero decir que no se recompense afectivamente a nuestro compañero, ¡nada más lejos de eso! Si no que, dependiendo de su carácter, deberemos hacerlo en la justa medida que cada ejemplar tolere para poder disfrutar de un vínculo sano.